BATALLA
DE SALTA - 20 DE FEBRERO DE 1813 |
Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital
20 de febrero del 2020 *
Durante
los cuatro meses que siguieron al sonado triunfo de Tucumán,
se refuerzan los efectivos del ejército y se aprovisiona para
hacer frente a las necesidades de la próxima campaña,
que tiene como meta a Salta.
A principios
de enero de 1813 el ejército se pone en marcha hacia el norte.
Ya para el 11 de febrero el grueso de las tropas había cruzado
el río Pasaje. Allí decide Manuel Belgrano que las tropas
presten el juramento de fidelidad a la Asamblea General Constituyente
que con gran pompa, ha inaugurado sus sesiones, en Buenos Aires, el
31 de enero.
Por tercera
vez despliega la bandera celeste y blanca ante el ejército formado:"Éste
será el color de la nueva divisa con que marcharán al
combate los nuevos campeones de la patria", les dice.
Y luego, personalmente, y en forma individual, toma juramento a los
soldados. Sobre una margen del río se yergue un árbol
eminente y frondoso. Cuando los ecos de la marcha del ejército
se pierden a lo lejos, sobre el gigante vegetal, mudo testigo de la
emocionante ceremonia, queda prendido en su tronco, una tablilla, grabada
a punta de cuchillo, donde se lee Río del Juramento.
En momentos
en que el ejército comandado por el general Belgrano avanzaba
hacia Salta con intención de vencer a las fuerzas españolas
que bajo el mando del general Pío Tristán se encontraban
a la sazón, acantonados en la ciudad de Salta; se encontró
con un fuerte impedimento: la desmesurada fortificación que había
realizado el general español del único paso de acceso
a la ciudad, el portezuelo; lo que planteaba a su jefe una disyuntiva
de hierro: entablar un combate en circunstancias desventajosísimas
o desistir del propósito y retroceder.
En tales
circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario
Saravia, ayudante del general Belgrano comenta el General Paz en sus
memorias "se ofreció para conducir al ejército
y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante
de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada
y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto
de las montañas, pues los cerros se suceden unos a espaldas de
otros, y poblada de vegetación, conducía en su prolongación
hacia el norte, por cosa de dos leguas entre el seno de los montes,
hasta dar con una pequeña quebrada llamada de chachapoyas que
desembocaba en la estanzuela de castañares, que estaba precisamente
en el campo norte y lindero con la tablada de Salta, al opuesto lado
de la sierra".
El general
Belgrano tras recorrer pormenorizadamente el itinerario propuesto dio
órdenes de como proceder para que el ejército avance por
él. Esa noche, azotados por una lluvia espantosa, se inició
la marcha de las fuerzas patriotas a través del fracturado terreno
cubierto de espeso malezal, portando cincuenta carretas con pertrechos
y doce piezas de artillería. La estrechez del camino y lo torrencial
de la caída de las aguas por las laderas circundantes, agudizaban
las dificultades que la quebrada presentaba de por si para semejante
tránsito, más, la decisión, el fervor, el Ansia
de libertad que todos y cada uno de los componentes de la fuerza llevaban
en su corazón, los impulsaba para que la suma de dificultades
no los arredraran en su empeño e hicieran que en el amanecer
del día 18 arribaran a la finca de castañares donde permanecieron
hasta las 11 de la mañana del día 19, cuando iniciaron
su marcha a la chacras de Gallinato.
El general
Belgrano pernoctó el día 18 en una de las habitaciones
de la casa de campo del Coronel Saravia, progenitor del capitán,
su ayudante, que tan acertadamente había servido de guía.
Haciendo
uso eficaz del color tostado de su piel, este leal oficial a quien llamaban
"Chocolate Saravia", ansioso por conocer la cantidad
y calidad de las fuerzas de Tristán, tanto como las posiciones
que ocupaban; vistiendo ropas similares a la de los aborígenes,
arreando una recua de burros cargados de leñas marcha hacia la
casa de sus padres sita en la calle Buenos Aires de la ciudad de Salta.
Su disfraz le posibilitó cruzar frente al ejército realista
y llegar a destino, donde entregó la carga de leña y regresar
después a castañares para informar al General y posteriormente
combatir junto a él.
El ataque
comenzó el día 19, a las 11 de la mañana, en la
pampa de Castañares con el ataque a la posición realista
por la retaguardia. Belgrano, seriamente enfermo, había preparado
un carro para efectuar en él los desplazamientos, pero a último
momento pudo reponerse y montó a caballo.
LA
BATALLA
A las nueve
de la mañana del día 20 se desplazó el Ejército
Nacional cubriendo todo el ancho de la planicie que en leve plano inclinado
lleva a la ciudad. Marchaba compacto sobre el centro con la caballería
e infantería, separada por sectores, reserva plegada y dos columnas
de caballería en ambos flancos. Tristán lo esperaba fortaleciendo
el lado izquierdo de su formación, pues el flanco derecho se
apoyaba sobe el cerro San Bernardo, donde había distribuido una
columna de tiradores que obstaculizaran las cargas sobre ese sector.
Precisamente esta disposición posibilitó al español
controlar los ataques porque además de prevalecer en el llano
rechazaba los avances sobre el flanco derecho por la eficaz acción
de los tiradores del cerro y porque el terreno dificultaba las operaciones
de caballería.
Al promediar
el combate Belgrano cambió su táctica, que se planteaba como inapropiada. Movilizó
la reserva, dotando de más efectivos de infantería y caballería
y ordenó a Martín Dorrego, que había reemplazado
al segundo jefe Díaz Vélez, gravemente herido, atacar
vigorosamente ("... lléveselos por delante..."). Dispuso
cargar simultáneamente con artillería y, luego de cruzar
el campo, condujo él mismo la avanzada contra las barricadas
del cerro.
Al mediodía
la situación varió. La furibunda carga de Dorrego arrasó
el flanco izquierdo junto a las columnas de Zelaya, Pico, Forest y Superí
(compartieron el honor de ser los primeros oficiales triunfantes de
la ciudad) sostenían la persecución de las calles. En
tanto el centro y el ala izquierda patriota fue quebrando inexorablemente
la resistencia.
Con la
retirada cortada, los realistas vencidos retrocedieron desordenadamente
quedando entrampados en el corral que circunda la ciudad, denominado
Tagarete del Tineo, donde fueron diezmados por los criollos. El tramo
final de la lucha se concentró alrededor de la Plaza Mayor, mientras
el desbande y la persecución eran confusos y cruentos.
La calma
llegó cuando desde la iglesia de La Merced doblaron campanas
por la patria anunciando la rendición incondicional del invasor.
Queda acordado
que al día siguiente los soldados realistas salgan de la ciudad
con los honores de la guerra, a tambor batiente y con las banderas desplegadas,
y que a las tres cuadras rindan las armas y entreguen los pertrechos
de guerra, quedando obligados por juramento, desde el general hasta
el último tambor, a no volver a tomar las armas contra la Provincias
Unidas hasta los límites del Desaguadero. Belgrano devolverá
todos los prisioneros, a cambio de igual actitud por parte de los realistas,
quienes deberán entregar los prisioneros patriotas que tiene
Goyeneche en el Alto Perú.
Así
desfilan 2.786 hombres. La caballería echa pie a tierra y rinde
sus sables y carabinas; la artillería entrega sus cañones,
carros y municiones. Belgrano dispensa al general Tristán de
la humillación de entregarle personalmente la espada, y lo abraza
ante todos los presentes.
Rendición
del general Pío Tristán
Tres banderas
son los trofeos de esta victoria. Diecisiete jefes y oficiales fueron
hechos prisioneros en el campo de batalla; hubo 481 muertos, 114 heridos,
2.776 rendidos. En total, 3.398 hombres que componían el ejército
de Tristán, sin escapar uno solo. Además, diez piezas
de artillería, 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas y carabinas
y todo el parque y la maestranza.
Luego
de enterrar a los héroes del 20 de febrero de 1813, el General
Manuel Belgrano colocó una humilde cruz de madera en la fosa
común de los 600 guerreros muertos de ambos lados. El Gobernador
Feliciano Antonio Chiclana la reemplazó, a pedido del mismo Belgrano,
por otra cruz pintada de verde, con la leyenda cristiana ¨A
los Vencedores y Vencidos¨.
Las capitulaciones
firmadas con Tristán, permitían a los realistas volver
a sus casas, previo el juramento de no tomar nuevamente las armas contra
las Provincias Unidas. Esta lenidad en las condiciones, desató,
contra Belgrano, las críticas de los partidarios de una acción
enérgica. "Siempre se divierten -
le escribía a Chiclana: los que están lejos
de las balas y no ven la sangre de sus hermanos... También son
esos los que critican las determinaciones de los jefes. Por fortuna
dan conmigo que me río de ellos, y hago lo que me dicta la razón,
la justicia y la prudencia y no busco glorias sino la unión de
los americanos y la prosperidad de la patria. . . ".
La Asamblea
Constituyente con fecha 8 de marzo, dispuso premiar a Belgrano con 40.000
pesos y un sable con guarnición de oro por el brillante triunfo
obtenido.
Generosamente
declinó el obsequio Manuel Belgrano. Y al hacerlo, comprometió
para siempre la gratitud de Tarija, Jujuy, Tucumán y Salta, para
quienes dispuso, con ese dinero, la creación de cuatro escuelas.
"Que renunciar, es poseer".
El
Monumento 20 de Febrero
En el sector
norte de la ciudad, se alza el Monumento a la Batalla de Salta, más
conocido entre los salteños como 20 de Febrero, por ser esta
la fecha en que se conmemora la victoriosa acción de armas del
Gral. Belgrano en 1813.
Este monumento
proyectado por el escultor Torcuato Tasso, consta de un basamento ejecutado
en piedra labrada proveniente de los cerros vecinos a la ciudad, y culmina
con un magnifico bronce que simboliza la Victoria en la célebre
batalla. Los relieves fundidos en bronce fueron realizados en Paris
- Francia con la supervisión artística de la escultora
salteña Lola Mora.
FUENTE:
Portal de Salta, varios y fuentes propias.
IMAGENES: Producción periodística de Villa Crespo Digital.
* 3
de febrero del 2011. Actualizado el 22 de febrero del 2016. Corregido y ampliado.
Caracteres:
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